DOS CUENTOS, de Javier Viveros

Asunción era una fiesta
(Fragmento)

Al vigilante nocturno de aquel camping catalán
que me salvó de un linchamiento seguro

Un lunes, gris y normal como cualquier otro, empezaron a aparecer en Internet fotografías de personas teniendo sexo en los moteles de Asunción y sus alrededores. Gente de a pie, de la que uno cruza constantemente en la calle y también personas que uno suele ver a través de la pantalla de un televisor. Sexo. En moteles lujosos y reservados de la peor estofa. Era la horizontalidad absoluta, igualación, la abolición de las diferencias sociales como en alguna fiesta de Serrat; el sexo como factor común. Podían levantarse de repente fotografías de un vendedor del Mercado Cuatro encamado con una prostituta de la zona del puerto en un prostíbulo de mala muerte y en la siguiente vez las imágenes adiposas de un político de alto coturno revolcándose con una modelo de elevado caché en el reservado más chuchi de Lambaré.
Con la puntualidad de un acreedor, los lunes a las seis de la tarde se publicaban las fotos en rincones diferentes de la red y la dirección de la página web viajaba de e-mail en e-mail a velocidad casi lumínica. Las fotografías tenían muy buena definición y mostraban ─en el ángulo inferior derecho─ la fecha y hora en las que fueron tomadas. La primera de las que se publicó tenía dos años de antigüedad. Había un orden cronológico en la publicación, el catálogo que se iba armando a cuentagotas seguía un estricto orden secuencial. A veces se publicaban también videos, pero esas ocasiones no eran las más; por alguna razón se decantaba
mayormente por las fotografías. Quien haya captado las imágenes tuvo que haberse puesto en una campaña de colocación de cámaras diminutas en todos los reservados. Era una tarea titánica la que había llevado a cabo, nadie entendía aún el motivo. Quizá era tan sólo para “joder la paciencia”, como quería el poeta chileno.

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Celia Matellán (modelo; nota para el programa TVFarándula). ¿Pero qué te
puedo decir? De repente muy mala onda la prensa. Todavía no puedo entender por qué se arma tanto escándalo por la publicación de las fotos. Si redivain salí. Es cierto que el diputado es casado y que tiene familia e hijos. Es cierto que el sexo debe ser algo que se hace en la intimidad, sin flashes. Pero también es cierto que todavía por aquí la gente sigue considerando al sexo como algo que el hombre tiene que sacar a la mujer, y no como algo que se hace entre dos, de común acuerdo. Naqueverlo. Se le da ya demasiada importancia al sexo. Por mi parte sólo puedo agradecer la publicación de esas fotos, porque si bien no recibí un solo centavo por ellas, mi carrera resucitó, súper bien luego está ahora. Si hubiera hecho una sesión de fotos para el calendario de alguna revista me hubieran pagado bien pero el ruido no hubiera alcanzado ni la mitad de lo que alcanzó con este tema. Para mí, sinceramente, todo esto fue espectacular. En mi agencia están contentos. Mi cotización subió. Van a venir más concursos, más pasarelas y tapas de revista. Cada día más top.

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Los programas de chisme estaban de parabienes. Esos programas televisivos cuya única y central actividad era la de bucear en la vida privada de las personas tenían material abundante para batir la mandíbula y mover la lengua deletérea durante varios días. Pero sólo se metían con los famosos, por supuesto. Ignoraban a los desconocidos; los que no formaban parte de la farándula podían estar tranquilos. En cambio, las fotos de los famosos eran exhibidas en televisión, los conductores trataban de entrevistar a los protagonistas, ponían al aire las llamadas al celular de los implicados.
Nadie se escapaba de las imágenes delatoras: jueces, verduleros, modelos, profesores de inglés, vendedores de lotería, volantes de contención, albañiles, contadores, artesanos. Cualquiera de los que concurrieron a esos lugares podía ser el próximo en aureolarse con unos minutos de fama. Estaban todos en la mira. Todos: el noble y el villano; el prohombre y el gusano.
Muchos matrimonios fueron destruidos por las fotografías. En el menor de los casos era simplemente una reputación que se curuvicaba, una reputación que iba al suelo por no tener demasiada movilidad en las artes amatorias (si se mostraba el video) o por la posesión de una serpiente diminuta, como la que se gasta después de nadar en las frías aguas oceánicas. En el caso peor, era un matrimonio que se desplomaba en divorcio debido a la infidelidad demostrada por las imágenes de dos megapíxeles.

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Bernardo Weiland (ingeniero en electrónica; entrevista telefónica con Radio Luminaria). Los aparatos utilizados eran en verdad muy ingeniosos. Usando el protocolo AT GSM transmitían vía MMS las fotografías y los videos que almacenaba en formato 3gp. Se presentaba como una caja que tenía al celular como arma principal y un hardwarecito que se encargaba de ser el cerebro. Una solución muy ingeniosa realmente. La caja tenía incorporado un detector de movimientos, que al activarse tomaba una fotografía o grababa un video (aleatoriamente) y luego el resultado lo enviaba vía MMS al celular que tenía programado. Un simple movimiento bastaba para activar el sistema. Cuando, acompañados del Fiscal Muñoz, efectuamos la revisión en algunos reservados, comprobamos que varias fotos que envió y videos que grabó eran de la mucama juntando profilácticos y otros restos del naufragio. Todavía sigo pensando en la manera en que se armó la solución: materiales electrónicos comunes amalgamados con precisión y cada uno de ellos cumpliendo su rol a la perfección, como una rueda dentada dentro de un complejo engranaje. Es una creación inteligente a la que uno de mis compañeros bautizó como “poesía de los circuitos”.

(...)



"Dos cuentos"
Índice. ASUNCIÓN ERA UNA FIESTA / FÚTBOL S. A.
36 Páginas. 1a. Edición Buenos Aires 2008. Precio:
10. mil gs. (Paraguay) / 10 Pesos (Argentina) / 10 Reais (Brasil) / 10 Euros (Europa) / 75 Dólares (Estados Unidos) . Tirada: 50 ejemplares / Tapa: Hechas de cartón reciclado, pintadas a mano por Natalia Villamil et Ever Román, & colaboradores voluntarios .
Con el auspicio de YIYI JAMBO.
Impreso en Talleres Ayoreos S. A. E. Tel.: 5411-4961-7244. E-mail: barcoborracho@gmail.com

Javier Viveros (Asunción, 1977). Es Licenciado en Análisis de Sistemas e Ingeniero en Informática. Publicó el libro de cuentos “La luz marchita” (2005) y los poemarios “”Dulce y doliente ayer (2007) y “En una baldosa (haikus)”. Publicó asimismo” Ingenierías del Insomnio”, libro de cuentos escrito en conjunto con su hermana Diana Viveros. Contacto: jviveros@gmail.com

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